lunes, 16 de junio de 2014

Una mirada



El proverbio dice “Quien no comprende una mirada tampoco comprenderá una larga explicación” Siempre he pensado que esa es una capacidad innata y que sólo un entrenamiento exhaustivo, anulando toda espontaneidad posible, puede dotarte de esa capacidad que a otras personas les viene dada. 

Quizá, con varios cursos de PNL podría haber visto en esa mirada que se cruzó en un momento desde el otro lado de la sala si quería decir “no es el momento” o “espero tu pregunta”. La cara no presentaba ninguna expresión, sólo esa mirada cuyas cejas no ayudaron a adivinar porque se mantuvieron paralelas a los ojos abiertos, fijos. 




Había que resolver dudas en un breve espacio de tiempo. Y lo hice, pasé de largo. Hoy pienso que debí preguntar y saber digerir una posible respuesta negativa. Pero después para nada sirve decir “debería haber hecho, ¿por qué no hice?…” El momento pasó. Y eso sucede, como mi buen amigo comenta, porque tenía que pasar y de nada sirve retroalimentar el sentimiento de culpa o frustración. 

¿Cómo aprender de la experiencia? ¿Evitando toda respuesta que no sea razonada previamente, lo cual alarga el tiempo de respuesta y resta toda naturalidad posible? No sé… Es preferible salir mentalmente de la escena del error, en caso de que lo fuere, y como en una ocasión dijo Rosa Montero “Cuando uno se libera del espejismo de la propia importancia todo da menos miedo”